Somos fragmentos de un cuerpo que se va despidiendo, hoy aquí, mañana allá de algunas de sus seguridades. Cuando éramos jóvenes nos costaba entenderlo. Pero a medida que se van cayendo estos anclajes en la tierra nos vamos vamos acercando a la orilla, a la otra ladera, a la frontera donde se oye la luz. Es otra forma de mirar las cosas, quizá desde muy adentro, que es otra forma de tocar la puerta del misterio.
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