sábado, 31 de enero de 2009

LA VERDAD

Dicen que busca, que buscamos, la verdad. ¿Tú verdad? no, la verdad, -decía Machado-, y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela. No hay duda de que quien se considera en posesión de la verdad da un poco de miedo. La verdad es tan compleja, tan inconmensurable que una persona sola no puede abarcarla toda, ni una organización puede hacerse dueña de ella. Otra cosa es que en esa búsqueda existan compañías de viaje mucho más aconsejables que otras. Y es que es algo así como el arco iris, que sabemos en qué dirección podemos mirar, pero cuando más nos acercamos a ella, más alejada nos parece, y además puede desaparecer si nos proponemos tocarla, porque no es una cuestión de espacio y tiempo, de un momento concreto en un lugar determinado. Y porque tiene que ver con la realidad de ser, más allá del existir, de una manera de estar presente en la vida, de una sensibilidad hacia el dolor ajeno, de una capacidad de sembrar paz y justicia, de una capacidad de relativizar esta vida, sin quitar ningún afecto de ella, absolutizándola casi porque es la única que tenemos, pero considerándola más allá porque el más allá es también parte del más acá.