viernes, 5 de noviembre de 2010

LA PAZ

Suenan tambores de paz en Euskadi. Los amantes de la guerra se irritan con la paz y no dejan que el olivo se pose, aunque las aguas vayan marchándose. Hablar de perdón y reconciliación -y ponerlo en práctica- hace crecer a las personas, aunque las víctimas tengan derecho a crear un arco iris propio con sus lágrimas, tan abandonadas... En el alma de la paz no hay victorias ni derrotas, porque el camino de la violencia es una derrota en quien lo alimenta, en quien lo sufre, en quien lo jalea, en quien se mantiene como espectador y no quiere mancharse las manos con posicionamientos. No hay terrenos neutros, aunque los territorios de la vida son cada vez más verdes, más azules, más ocres, y la sed de justicia no se confunde con la venganza. No es posible ya volver a la barbarie. Aun así, la paz auténtica va más allá, no es la ausencia de violencia, es un cambio de actitudes desde dentro, donde se habla de respeto, de tolerancia, de pluralismo, de convivencia, de amor, de equidad, de alteridad, de responsabilidad, de acción, de valentía, de memoria histórica viva, y de esperanza.