jueves, 24 de septiembre de 2009

LA PALABRA

Nos ha costado cientos de miles de años articular palabras y otros cientos de miles de años ponerlas por escrito. Ser creadores de palabras nos humaniza, utilizar la palabra para hacer daño nos deshumaniza. Porque la evolución no consiste solamente en crear nuevos signos con utilidades técnicas; depende de la creatividad para inventar lo nuevo. Desde la literatura, especialmente desde la poesía, la palabra se cincela para crear una nueva humanidad. Eso significa penetrar en las entrañas del ser, para poder ser, cada vez, un poco más con mayúsculas. Que la palabra se haga mayor y que se pueda escuchar única y exclusivamente la sinfonía de lo auténticamente humano. Todo aquello que nos abre el corazón a un universo de alteridad une voces en el arco iris de los sentimientos para poder abrir los ojos desde la paz. A pesar de la fragilidad e insensatez humana la palabra no está enferma y a su vigor de siglos se añade la voz profunda que es consciente de mecer la cuna entre los dedos de la vida y de la muerte. En ese minuto de silencio, la palabra se revela.