Escribir literatura no es solamente escribir. Cuando escribes un texto y se ha perdido en el ordenador pero no te importa porque inicias el texto y vuelves a escribir lo mismo, al menos las mismas imágenes, las mismas ideas, es que te estás prestando, como un profeta, a la palabra, a las ideas, a las imágenes que surgen desde dentro en contraste con la realidad y no tienes más remedio que sacar fuera, que proferir, que dar a luz.
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