domingo, 23 de noviembre de 2008

Neomodernidad

Con esto de la crisis se está hablando de que ha terminado la postmodernidad. Se acabó eso del final de la historia, el final de las ideologías. Se ha acabado. También el tiempo del pensamiento débil, la ausencia del estado, el caos, las soluciones de sentido a la carta, la ausencia de horizonte. Ahora, con eso de la crisis, parece que se vuelve al músculo del estado, a la búsqueda de algo seguro que de permanencia y continuidad. Eso de la revolución cultural o de las identidades por la cultura tienen poca base y no dan de comer. Sancho Panza vuelve a sujetar las bridas de rocinante, con pulso firme. Y si el estado vuelve a sentirse fuerte se volverá a pensar con el bolsillo y basta. Terreno abonado para reivindicar la seguridad ¿Más todavía? Uno ya no sabe ni qué decir, ni qué pensar, porque el músculo no va a estar en el pensamiento, claro, estará en reforzar el sistema bancario y la seguridad-inseguridad de los ejércitos. Ningún mensaje de este tipo llega a las tres mil millones de personas que tienen problemas alimenticios.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Límites del conocimiento

Pensamos que el conocimiento humano es ilimitado. Eso es cierto, no tiene límites. Vamos acumulando saberes, experiencias, conocimiento... Nos sorprenderíamos hoy si tuviésemos la oportunidad de saber qué es lo que se va a conocer mañana. Pero eso no significa que el conocimiento humana puede conocer todo. Tiene sus límites que en principio dependen de la condición humana. Si entendemos, además, que también existen límites para el conocimiento en lo fenoménico, en el conocimiento de objetos, primeramente de esta misma Tierra de la que conocemos muy poco, y también del universo -¿o universos?-. Pues más limitado es nuestro conocimiento de la persona, de lo que significa ser y existir en el mundo, tener conciencia, experimentar la vida en una relación dinámica con el pasado, el presente, el futuro dentro de un espacio concreto en el que vivimos.
Esa pretensión de conocimiento absoluto es un mito, y el saberlo nos hace más humanos, lo cual no deja de ser una suerte.