miércoles, 6 de julio de 2011

COMPLEJIDADES

Cuando queremos comunicarnos buscamos que exista diferencia porque de otra manera apenas hay comunicación. Nada fluye. En otras ocasiones existe tal disonancia cognitiva que, se diga lo que se diga, nadie escucha, nadie entiende, nadie recibe nada.Y en ese afán por complicar la existencia, sin vasos comunicantes, sin relaciones humanas existe un debate entre la solidaridad y la competencia. El caso es que puede tratarse de dos valores opuestos. Pero no lo son. Como todo en la vida, son complementarios. Una competencia extrema trae dolor y sufrimiento. Es necesario un tipo de competitividad, pero sin olvidar en ningún momento la solidaridad. Hacer las cosas de la mejor manera posible, mejor que nadie, pero al servicio de la mayoría. Si no existe comunicación se colapsa el proceso de solidaridad. Y eso existe en todos los aspectos de la vida: en la economía, en la cultura, en la religión, en la ciencia, en la ética. Existimos en redes complejas donde todo está interconectado y se producen constantemente avances y retrocesos que nadie controla, a pesar de todas las barbaridades que se realizan para intentar controlar, delimitar, poner puertas al mar. Nada de lo que se produce es irreversible. Aunque se encierre en un sarcófago blindado, como sucede con la energía nuclear termina conociéndose, o explotando, o nadie sabe qué... Afortunadamente, la vida es tan compleja que nadie, ni nada,puede apoderarse de ella. Cada grano de arena que se aporta tiene su función. Ya sé que podía haber empezado por ahí y habernos ahorrado la introducción, pero así soy de complejo.

2 comentarios:

Fernando Armendáriz Arbizu dijo...

Bien venida sea tu complejidad, reflexiva y enriquecedora. En el tiempo de las comunicaciones breves limitadas, cercenadas por lo instantáneo, alojar cada idea en su lugar, darle cobijo entre la razón y el sentimiento puede llevar más tiempo, quizás no te atiendan los que han sido aducidos por la prisa pero la agradecemos los que aún damos valor a las palabras necesarias y degustamos, como un buen vino, un texto bien construido que nos hace reconocer a su autor, en este caso a un buen amigo.

josesernaandres dijo...

gracias, Fernando.