martes, 10 de diciembre de 2013

LA ALEGRÍA DE LA MUERTE

Si hay algo que me llama la atención en los funerales de Nelson Mandela es la alegría del pueblo. Es como una manifestación festiva que canta y baila en torno a la muerte. Efectivamente, la muerte nos recuerda los aspectos positivos de la vida y, además, cuando nos despide de ella, nos recuerda que no sólo es un mecanismo de defensa de la especie, sino que es un mecanismo de defensa ante el sufrimiento. Excepto cuando morimos de forma violenta, a causa del cainismo humano, o a causa de la complejidad de la naturaleza en un planeta en movimiento, la muerte nos libera de la vejez extrema, del sufrimiento, de la enfermedad. Cuando alargamos excesivamente la vida contribuimos a hacer durar el sufrimiento. Quienes han sufrido mucho cantan y bailan ante la muerte, y no es que sea un valle de lágrimas como castigo divino, sino que se agradece el don de la vida y la ayuda para entrar en otra vida sin sufrimiento. Aquí, claro, entra la compleja respuesta del mundo religioso. También en el funeral de Mandela ha estado presente la religión en una celebración multirreligiosa. Y es que la religión nace de la muerte y sirve a la vida en la medida en que la alegra, le da libertad y es tolerante. Se ve funeral en el rostro de los cien jefes de estado y otras representaciones del mundo mundial, pero en la gente de Sudáfrica se ve fiesta en la mirada ante la muerte de Mandela.