miércoles, 11 de agosto de 2010

APRENDER A ANDAR

Por razones que no vienen al caso, aunque probablemente alguna de ellas tiene que ver con la edad pero no se lo digáis a nadie, estoy aprendiendo a andar de nuevo. No sé si lo conseguiré. Cuando mis hijos eran pequeños me llamaba la atención la obsesión que tenían algunas personas porque alguno de ellos no aprendía a andar en el tiempo en que consideraban que debería haber aprendido. Y es que no conozco a nadie que no haya aprendido a andar, era cuestión de esperar una semana, un mes, un poco más, pero el hijo o la hija terminan aprendiendo a andar. ¡Qué recuerdos más preciosos!
El problema es que ahora uno tiene ciertos dolores precisamente porque no anda correctamente. Creía haber aprendido a andar pero la espalda, la tripa, los hombros, la cabeza, no se colocan correctamente y eso causa problemas. Si uno anda bien tiene menos posibilidades de que se le carguen determinadas partes del cuerpo y no le duelan. Pero ese aprendizaje me parece más difícil. Me han explicado cómo es, pero los resultados no terminan de ser los adecuados y, lo que es peor, creo que no terminaré de aprender a andar bien, y que iré necesitando otro tipo de apoyos para no sufrir las consecuencias de no haber aprendido a andar.
¡Con lo fácil que me parecía!