domingo, 2 de enero de 2011

Los límites de la razón, lo razonable.

Las leyes de la naturaleza son inexorables. No se pueden interrumpir. Lo que sucede tiene unas causas y continúa con un proceso coherente. Otra cosa es que no lo sepamos interpretar, que nuestra racionalidad científica no tenga suficiente capacidad para entenderlas a tiempo y nos encuentre tan desprevenidos que en ocasiones se producen tragedias. Todo ello se aplica a la materia, a los objetos, incluida la Tierra como objeto.
Pero todo lo que concierne a los seres humanos gira sobre el gozne de la libertad. Y no se trata de discutir sobre las posibilidades de una libertad auténtica o limitada. Somos seres limitados y por esa razón la libertad no puede ser de otra forma. Y menos aún si tenemos la capacidad de acertar en el ejercicio de nuestra libertad. Es interesante saber que nos equivocamos muchas veces, pero por esa misma razón, lo más razonable, y valga la redundancia, es afinar en lo fundamental. La razón humana también es limitada, pero un ejercicio de la libertad que contribuya a la felicidad del mayor número de seres humanos es el mayor ejercicio de racionalidad que existe. Al menos parece razonable.

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