martes, 7 de julio de 2009

MANIQUEISMO VIVO

Siempre se me había ocurrido pensar que el camino hacia la trascendencia es el camino del amor. Lo he entendido de esa manera después de leer el evangelio cristiano. En todas las grandes religiones la máxima de "no matar" es habitual. Y no es buen creyente quien lo hace. También es verdad que se ha realizado una utilización perversa de la religión y a veces se ha incitado a matar en nombre de una religión. Algunas personas no creyentes señalan con el dedo esa espita en el ojo de las religiones, y lo hacen con datos, pero también hay otros muchos datos en los que se ve que se ha alentado la diferencia entre religiones para lanzar a unas sociedades contra otras cuando lo que menos importaba era la religión, sino otros intereses de poder. Sigo pensando que el camino del amor es el camino que da acceso a la trascendencia o, por lo menos, sitúa a quienes lo transitan en la frontera del encuentro, llamando a las puertas, con la sonrisa en el alma. Pero se me ocurre ahora que hay muchas personas que buscan el acceso a la trascendencia desde la violencia. Y lo digo afirmando que es también un camino perverso, pero queriendo tener la vida de otra persona en las propias manos, incluso arriesgándose a morir matanto, despreciar los derechos humanos, matar por matar, es llegar hasta los límites, llamar a la trascendencia llenando el mundo de sangre. Camino que alimenta el concepto de un Dios vengativo, de un Dios del mal que supera al Dios bueno. Dualismo, al fin y al cabo. Maniqueismo vivo y actual. ¡Qué Dios más pobre! ¡Pobre Dios! Aun así hay quien sigue creyendo en el Dios del amor, en el Dios que dice: "Vuestra fuerza está en vuestra debilidad"

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